martes, 22 de noviembre de 2011

Vuelta de Paseo

Como consecuencia de la lectura matutina de la última publicación en el blog de Fran, me dispuse a salir de casa camino a la universidad con la música de Portishead en mis oídos, más concretamente con la canción Silence –inicio del último disco Third-. No hacía muy buen día o por lo menos no de mi gusto. Últimamente con la llegada del invierno esta comenzando a reinar en mi un estado apático por todo y por todos que por más que quiero no consigo erradicar en su totalidad. No hay ganas de escribir, me da perece ponerme a buscar cosas nuevas para escuchar, me pongo a leer pero a los pocos minutos lo dejo excusándome en que no es el libro apropiado y toco poco la guitarra. Parece que de momento sólo encuentro solución en el cine ya que no requiere esfuerzo físico –únicamente mental- pero con un gusto más critico de lo habitual, además el surgir de una aparente subnormalidad de algunos de los personajes que me rodean, incentiva el echo de preferir quedarme en casa con una película –menos mal que siempre quedamos los 3 o 4 de siempre-.

Caminaba escuchando mi música, abstraído en mis pensares, apareciendo ese sentimiento distinto que se produce en concretos días y momentos al caminar en soledad. Surge una realidad paralela: la concepción del yo individualista frente al aparente sentimiento colectivo de nuestra sociedad. Todo en mí parece funcionar a una velocidad distinta a la del resto. Los semáforos se ponen en verde a mi paso, la chiflada del paraguas grita sin cesar mientras da de comer a las ranas en la orilla del río, el aumento considerable de vagabundos precipita de forma indeseada el tropiezo con uno de ellos, pido perdón y aumentan mis nervios debidos a la vergüenza, un semáforo se pone en rojo otorgándome un breve descanso necesario y tranquilizador. Comienza a sonar The Rip, parece estar todo sincronizado y eso me relaja. Espero a que la señal del semáforo me otorgue el derecho a cruzar, se pone verde pero espero hasta que comienza a sonar la batería en la canción, quiero que todo funcione de forma armonizada. Sigo caminando, espero no llegar nunca a la universidad y pienso en cambiar mi rumbo por estar toda la mañana paseando, saboreando este sentimiento distinto.

Considero fundamental estos momentos de delirios y gran ajetreo creativo configurados conforme al estado polar de mi personalidad. A veces de alegrías y afrobeat que me hacen surgir sonrisas complacientes a las señoras que pasean con sus maridos, miradas lascivas a las chicas adolescentes de mi edad y posturas faciales tiernas a los niños que corren cogidos de la mano de sus padres. En otras ocasiones –más predominante-, el individuo pesimista que vive en mi pie izquierdo asciende para teñir mi mente de oscuro casi negro y azul; produciendo en mi cerebro una gran lucidez de interconexión neuronal que provoca mis pensamientos más abstractos, coincidiendo normalmente con los más interesantes.

Cruzando el puente, observe a un hombre caminado de espaldas. Bajito, regordete, calvo y con una vestimenta poco llamativa, pero con ciertos aires de atracción. De forma curiosa, por el cuello de su camisa surgía una feroz mata de pelo que ascendía por toda su espalda hasta hacer contacto con su cabeza, donde se erradicaba dando lugar a una total calvicie, deforme y bello. Me hizo pensar en Terciopelo Azul (Blue Velvet, David Lynch, 1986) y en la natural e inevitable atracción que sentimos los humanos por aquellos mundos extraños, prohibidos. Esta película nos presenta un pueblo típico americano de clase media donde dos jóvenes se ven atrapados en la delirante relación entre un psicópata y una atormentada cantante de cabaret. Se adentran en un mundo desconocido, obsceno, desconcertante donde se retrata el trastorno mental, lo cruel y el horror pero con un inevitable atractivo que los absorbe hasta no poder escapar. Una atmosfera de pulso narrativo pausado donde se alternan bellas canciones pop con una inquietante banda sonora, que suministra o quita tensión en el momento adecuado –justo lo que esta haciendo Portishead conmigo en esta mañana de vuelta de paseo llegando a extremos que alcanzan el control de mis propios pensamientos-.



2 comentarios:

  1. es increible(mente genial) hasta que punto puede trastornar la realidad de una tarde noche de invierno perderse a andar con algo de musica, y hierba en tu mente

    http://open.spotify.com/track/1K1N7EwEZr5GgEKHAdtZjj

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  2. corroboro el comentario, justo escuchando el nuevo de Wilco.
    tienen que ser tardes y mañanas tediosas rodeadas de musica desubicada para que se tengan momentos asi.
    Altos y grandes momentos tediosos para pequeños y agujereantes puntos de exaltación

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