jueves, 26 de abril de 2012

Dinero.

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miércoles, 4 de abril de 2012

No es Rajoy.

Quiero que los políticos que gobiernen mi país hayan disfrutado de un buen asado con patatas.
Quiero que quien gobierne mi país haya pasado horas en la cama mirando al techo,
pensando sólo en excusas para no levantarse.
Quiero que quien me gobierne haya rescatado a un cachorro herido en la calle,
lo haya curado en su casa y le haya encontrado un hogar.
Quiero que quien me gobierne haya visto amanecer en veinte países distintos,
que haya cogido el metro sin pagar,
que haya despertado en un lugar desconocido odiándose por lo que hizo anoche.
Quiero que el presidente de mi país sepa lo que es cazar un animal salvaje,
quiero que haya sido el hazmerreír en una rave,
quiero que haya hundido los dedos en el coño de una prostituta
en un baño de un bar de carretera sucio
donde el tubo fluorescente desvela a cada parpadeo una nueva imperfección en el rostro de la mujer.
Espero que le haya dejado una buena propina por un buen servicio.

Quiero que los políticos encargados de decidir sobre mi vida hablen ocho idiomas,
hayan compuesto una canción, pintado un cuadro y escrito una novela.
Quiero que quien me gobierne tenga fantasías sexuales por cumplir,
y piense en ellas mientras está dándole vueltas a los presupuestos,
o a la contratación de nuevos ministros
o sea lo que sea lo que hace la clase política.
Me encantaría que se hubiera pegado con alguien sólo por el placer de hacerlo,
y se hubiera lamido las heridas luego,
como un perro,
disfrutando del sabor metálico de su sangre.
Exijo al menos que haya sido vagabundo durante una temporada,
alcohólico durante otra,
que haya estado en la cárcel, que haya batido algún récord,
que se le haya muerto su mejor amigo, que aún tenga por vivir los mejores años de su vida.

Quiero que quien me gobierne tenga muy claro que querer y que te quieran es lo más importante.
Que haya visitado los confines de la psiconáutica y se haya visto a sí mismo desde fuera como un monstruo. Que haya estudiado tres carreras.
Que haya vomitado, sangrado y besado más que yo,
que folle mejor que yo,
que se ría más a menudo que yo.
Quiero que quien gobierne a mis amigos y a mi familia regrese a casa en busca de la sonrisa de sus hijos,
y que en el momento de recibirla se olvide de las decenas de millones de personas que dependen de sus decisiones.

Quiero que quien me gobierne sea humano,
quiero que haya vivido,
quiero que se gane mi respeto.
Es lo mínimo que se puede pedir.