martes, 9 de abril de 2013

Berlin



When I wake up I´m doing a somersault
The light that shines
Hit me in the eyes
I never drank alcohol
I never got high
It was the end of fifteen days that took me by surprise.

Melody day
Our hearts are blocked
It´s a kind of thing into the desert night
Influence is coming here
Hit me as an stone
It was the end of fifteen days that took me by surprise.

I though I was playing in real life
Mysterious, shy, she said goodbye
I wanted to walk with the sunshine
When I sleep in the bushes
For the ones who never dared to speak my name
It was the end of fifteen days that took me by surprise.

Maybe always it is late
and i am tired, out of breath
it's funny how your thoughts think they're right at all
it's funny how your cause makes no sense at all
It´s so funny that i couldn´t remember her name
It was the end of fifteen days that took me by surprise.

domingo, 17 de marzo de 2013

Book Wheels: Share & Exchange wall


Place: Frederiksberg metro station


I propose a wall that tries to interact in the busy life of the people through a place to share and exchange. The main concept is to create a place in the middle of the routine life of the people who go to work or to the university everyday. To make it possible, I imagine a wall that takes you only few minutes of your day to take a book or to put a book in the wall.

I have designed a wall composed with different boxes that make it possible to have the utopic idea of share and exchange. People can put their books in the different boxes to be share and exchange with a stranger and when they have finished the book; they can take back the book, creating a chain of share and exchange.

The proposal can be temporary or permanent. Nowadays, the metro wall is placed between vibrant public spaces like a shopping centre, an university or green areas. It is a place in constant interaction with the life of the people. Thinking about the future, when the metro station will finish, I understand it as a place of constant movement of people but at the same time a place to stay, which gives you some time for yourself, waiting for the metro or sitting on it.

Materials:

The wall and the stairs are made with natural wood coming from recovered materials. The boxes are made with translucent plastic doing possible to watch the books through them but always keeping the mystery of what is the book inside the box. The sticks are made with wood with different colours trying to create a dynamic and colourful place.


Una pequeña muerte


Mientras ella agarraba el cinturón con su mano derecha, yo miraba desnudo a través de la oscura ventana sintiendo el escalofrió placentero de la antesala a la felicidad. Mi excitación incrementaba exponencialmente , cada uno de los pelos que componen mi cuerpo se erizaban sin haber sentido ni siquiera un mísero roce. Ella solo miraba mi cuerpo desnudo provocando la efervescencia y aumento de temperatura de mi flujo sanguíneo. Vislumbré una mañana de verano, arena de la playa entrelazada entre sus dedos. Las uñas esmaltadas y una sutil margarita tallada en la ultima de sus extremidades. Dos hermanos gemelos jugaban en la orilla mientras el silencio reinaba en el lugar dejando únicamente como banda sonora las olas del mar. Una mujer obesa bebía una coca cola en botella de cristal, sin hielo y sin pajita. Los arboles cotilleaban las cómicas escenas domesticas del lugar al ritmo de la tramontana. Un perro, un bebé llorando en los brazos de su madre, su marido colocando la sombrilla de la playa, un par de sillas de nailon a rayas de color blanco y azul, y una nevera donde albergar los bocados típicos para el que sería un día perfecto de verano.  De forma extraña, el silencio se apoderaba del lugar y podía contemplar desde mi aislamiento cada detalle que acaecía en la escena del lugar.

Apretó sin miramiento el cinturón atado a una de las patas de la cama típica de la postguerra contra mi cuello. Yo continuaba mirando a través de la oscura ventana. Expulse una gota de sudor al mismo tiempo que se esclarecía cada detalle de aquélla mañana de verano. Me levantaba de la toalla y me dirigía hacia el agua del mar. La primera sensación fue de agobio, de inmensidad, pero a los pocos segundos, con mi cuerpo ya aclimatado, me suspendía sobre la superficie como una sustancia inerte. Una máxima relajación muscular producida por el cambio de estado me encerraba ante el mundo, abriendo caminos hacia un lugar concreto y desconocido. Apretó sus dientes contra mi espalda con el cinturón en máxima tensión. Yo continuaba observando a través de la oscuridad de la ventana. Encerrado en el mar, el sol aparecía de entre las montañas. A lo lejos se podía vislumbrar un pequeño barco velero movido al suave vaivén de la olas. Dos tranquilas gaviotas miraban el horizonte desde la orilla rocosas. La bandera de vida y muerte ondeaba ágil en el último extremo del acantilado mientras alguien con red en mano se introducía en él, intentando atrapar uno de esos cangrejos de horroroso paladar. Yo, como estrella dejándose llevar por el mar, como espectador omnipresente, contemplaba cada alteración que se daba en aquella mañana de verano.

Ella interfirió en la escena que estaba acaeciendo ante mi, obstaculizando mi visión a través de la oscuridad de la ventana. Seguidamente, clavó sus ojos en los míos, pasaron tres segundos los cuales parecieron horas eternas de espera en la antesala a la felicidad. Sentí la última bofetada. Nada, ni nadie salvo mi yo con el mundo, el mundo conmigo y el amor a mis seres queridos.

miércoles, 30 de enero de 2013

Glimpse



Sucedió mientras tomábamos café en una plaza cerca del río. Súbitamente interrumpimos la conversación para mirarnos a los ojos, uno de los dos (el que estuviera hablando en ese momento) dejó de hablar. Desde mi experiencia, puedo decir que me sobrevino el instante. De repente fui demasiado consciente del tiempo y de mi posición en el universo, o al menos esa es la sensación que me queda. La sensación de un recuerdo de un recuerdo, quién sabe si tan solo fue un escalofrío mitificado por mi vena dramática. El caso es que ambos respondimos igual a algún tipo de estímulo (viniese desde dentro o desde fuera), y después proseguimos con nuestras intrascendencias. Nos acabamos el café. Pagamos la cuenta. No hablamos de ello nunca jamás, pero aún caminando por el río resonaba en mis entrañas, y no dejaba de preguntarme si él también sentía lo mismo, sin llegárselo nunca a preguntar.

Recuerdo su mirada hoy, su mirada en ese momento, como verme en un espejo hecho de otra persona. Quizá fuera el fin del mundo en otro universo, si se cree en la teoría de los multiversos. Una explosión que sintió nuestro yo de otro universo posible, una fisión de neutrones cuya expansividad cruzó la materia y sacudió nuestros huesos. Y después terminamos el café y pagamos la cuenta. No. Después vino un negro a vendernos películas pirata, con una sonrisa radiante que rechazamos. Puede que esté exagerando su sonrisa. Puede que esté exagerándolo todo. Quizá fue solo una corriente de frío. Quizá fue una breve conexión telepática, el destello sobrenatural de una amistad construida durante años, día tras día. Incluso si hacía años que no nos veíamos, no puedo ignorar la sensación de que un grupo de células habían estado preocupadas por él. Una parte de mi cuerpo.

Lo curioso es que de esa tarde no recuerdo nada más. Quizá me he precipitado incluso a contarlo, por ausencia de clímax a falta de una palabra mejor. Recuerdo el sonido del metro por la mañana. He olvidado el ruido, he desechado la parte desagradable de su tracción. Acudía a mi cita gestando un abrazo en cada cara que recorría mi mirada. Y había tantas, que decidía solo concentrarme en las amables y en las misteriosas. Después descubrí que los cuerpos eran incluso más interesantes, mucho más difíciles de descifrar, con lo cual ejercitaba mi intuición en busca de una mayor recompensa. Si hubiera compartido un instante multiversal con uno de esos desconocidos probablemente mi vida hubiese cambiado para siempre. Y no negaré que, desde que tuve constancia de que tal sensación existía, la busco en cada par de ojos sean amigos o no amigos. La busco en los desconocidos. Cojones, la busco hasta en los tuertos, e incluso limpiando algún pescado me he reservado unos segundos de intimidad mirando al bicho a los ojos.

Supongo que, si llega el momento de ser sincero conmigo mismo, admitiré que se ha convertido en una obsesión. Pero ese momento no ha llegado todavía, así que de momento lo definiré como una práctica. De hecho, si llega el momento de ser sincero con mi amigo, si le recuerdo aquel momento en el que nuestras dos infinitudes se cruzaron, probablemente caiga tal responsabilidad sobre nosotros que acabemos por no hablarnos nunca más, por encerrarnos en nosotros mismos bajo el peso de la magia, por suicidarnos años después, solos y viejos. Quizá por eso nunca lo hablamos, por no hacer del misterio un asesino de vidas. Por no dejar que un instante nos quitara la casa, el coche, la mujer y los hijos, al hacernos entender de manera definitiva que no hay diferencia entre la eternidad y el instante. Ahora me queda el poso de eso, me ata la racionalización, que reduce esa encrucijada a lo práctico, la reduce al capital, a perderme por la India durante un mes con un hogar al que volver. Aceptar mi nexo con el sistema. Domesticado. La otra dirección conduce al manicomio.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Cuentos del mañaneo


Sentado en este sillón o, debería decir, engullido por este sillón (convencido de que eventualmente acabaré dentro de la gomaespuma y los muelles). Hay un montón de gente pesada a mi alrededor, que no dejan de hablar y de decir tonterías (o de no-decir tonterías, no sé si se me entiende). A ver, que yo soy muy tolerante y tal, eso sí con las personas y no con la gente, ama al pecador y odia al pecado y todo eso, pero es que lo único que me une con estos es un sentimiento generalizado de “a casa no” que parece justificar toda conducta impropia de la civilización en la que coexistimos (se ha perdido el concepto piscolabis). No es que yo sea muy exigente a estas horas (ya he aceptado la presencia de luz solar hace buen rato), pero es que hay demasiados cuadros por camisa aquí, mucha risa tonta, poco respeto así en general. Y es triste no poder compartir bien un mañaneo, que es como separarse del tiempo y dejar de estar en el tiempo, has atravesado la línea que separa al sapiens sapiens del verdadero humano, el superhombre y todo eso. Un alguien sin miedo a las etiquetas del mañana, quiero decir, para el que el almuerzo y el desayuno pueden ser la misma cosa o ni existir. No hace falta que las palabras sean tan rígidas siempre y tal, vamos, que no nos domina nadie después de tantas horas de fiesta, y el sueño simplemente se ha despriorizado de manera evolutiva normal. Aquí no hay politiqueo, no hay bienquedar, no hay horarios para pasear al perro o platos que lavar. No importa eso, importa pasárselo bien aunque tampoco es pasárselo bien, es estar en un estado de latencia raro, bienmal, pero estar por una vez suspendido en el tejido, sin aferrarte a una madre o a un Dios o a unas responsabilidades que te marquen un camino. No hay camino, a casa no.

Pero esta gente no entiende de la misma manera que yo. No los culpo, bueno sí los culpo, pero desde una perspectiva subjetiva, quiero decir que quién soy yo para juzgarlos, ¿no? Al fin y al cabo son mis amigos y todo eso. Me cago en la puta, si soy yo el que está en este sillón y lleva ya a saber cuanto rato en este mundo sin horas sin decir una sola palabra hacia fuera. Palabras hacia fuera, pero que tampoco sean solo hacia fuera, que vayan para dentro de algo porque aquí es que todos hablan pero todo lo que dicen flota y los muebles no tienen orejas. Vamos que no es eso lo que quiero decir, que nadie se entera de nada, los ves y no se enteran los unos de los otros. Joder, si es que soy yo el que se entera de ellos, estoy aquí de espectador. Estoy como viendo un reality y comentando conmigo mismo la jugada: qué tontos son todos, tontos tontos tontostodos pero aquí estoy viéndolo como un tonto yo también. Buscar amigos inteligentes. Construir robots inteligentes. Volverme tonto. Cambiar mi perspectiva sobre la inteligencia. Inteligencia emocional mejor, lo otro es otra cosa que me interesa menos. Pero también me interesa, o yo que sé. Qué mierda todo, voy a levantarme a poner música, eso lo arregla todo. Y luego a dormir. Eso, poner música y a dormir. Acabar con este brote de odio de Kalashnikov. La putada es que con tantas horas de fiesta encima no soñaré nada, todo será negro durante mucho rato. El aquí y el ahora es una cápsula aislada del pasado y el futuro. El presente es lo único que existe. Al menos hemos alcanzado eso. Para algo servirá, digo yo.

jueves, 26 de abril de 2012

Dinero.

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miércoles, 4 de abril de 2012

No es Rajoy.

Quiero que los políticos que gobiernen mi país hayan disfrutado de un buen asado con patatas.
Quiero que quien gobierne mi país haya pasado horas en la cama mirando al techo,
pensando sólo en excusas para no levantarse.
Quiero que quien me gobierne haya rescatado a un cachorro herido en la calle,
lo haya curado en su casa y le haya encontrado un hogar.
Quiero que quien me gobierne haya visto amanecer en veinte países distintos,
que haya cogido el metro sin pagar,
que haya despertado en un lugar desconocido odiándose por lo que hizo anoche.
Quiero que el presidente de mi país sepa lo que es cazar un animal salvaje,
quiero que haya sido el hazmerreír en una rave,
quiero que haya hundido los dedos en el coño de una prostituta
en un baño de un bar de carretera sucio
donde el tubo fluorescente desvela a cada parpadeo una nueva imperfección en el rostro de la mujer.
Espero que le haya dejado una buena propina por un buen servicio.

Quiero que los políticos encargados de decidir sobre mi vida hablen ocho idiomas,
hayan compuesto una canción, pintado un cuadro y escrito una novela.
Quiero que quien me gobierne tenga fantasías sexuales por cumplir,
y piense en ellas mientras está dándole vueltas a los presupuestos,
o a la contratación de nuevos ministros
o sea lo que sea lo que hace la clase política.
Me encantaría que se hubiera pegado con alguien sólo por el placer de hacerlo,
y se hubiera lamido las heridas luego,
como un perro,
disfrutando del sabor metálico de su sangre.
Exijo al menos que haya sido vagabundo durante una temporada,
alcohólico durante otra,
que haya estado en la cárcel, que haya batido algún récord,
que se le haya muerto su mejor amigo, que aún tenga por vivir los mejores años de su vida.

Quiero que quien me gobierne tenga muy claro que querer y que te quieran es lo más importante.
Que haya visitado los confines de la psiconáutica y se haya visto a sí mismo desde fuera como un monstruo. Que haya estudiado tres carreras.
Que haya vomitado, sangrado y besado más que yo,
que folle mejor que yo,
que se ría más a menudo que yo.
Quiero que quien gobierne a mis amigos y a mi familia regrese a casa en busca de la sonrisa de sus hijos,
y que en el momento de recibirla se olvide de las decenas de millones de personas que dependen de sus decisiones.

Quiero que quien me gobierne sea humano,
quiero que haya vivido,
quiero que se gane mi respeto.
Es lo mínimo que se puede pedir.