martes, 15 de noviembre de 2011

Podía sentir como el frío helador entraba por la rendija inferior de la puerta de la habitación. Mi cuerpo, todavía colapsado por la botella de Ron Magua no respondía a ningún indicio por intentar evitar un posible resfriado, sólo era capaz de concentrarme en una única cosa. Fumaba mi cigarrillo mientras se empezaban a colar los primeros rayos de sol, produciéndome un desagradable aturdimiento. Mierda puta! No hay cortinas en esta cagada de Motel. Me levante rápidamente –debería haberlo pensado dos veces antes de ejecutar la maniobra tan rápidamente- cogí mi máquina de escribir y fui directo a encerrarme en el baño como medio de protección ante aquellos horribles rayos solares. Apoyé mi trasero sobre el retrete colocando la máquina de escribir sobre mis rodillas.

Me desperté. No conseguía enfocar correctamente pero el dolor de cuello y la incomodidad del respaldo me daban la idea de que no había dormido en la cama. Desperezaba mis músculos a través de estiramientos varios, al mismo tiempo que mi retina volvía a enfocar decentemente. Que sitio más horrible, todo estaba cubierto por esa decoración típica de apartamento playero de alquiler en los que siempre suele haber una barata reproducción de Los Girasoles de van Gogh. ¡Buff…que pereza todo! ¡Me quedaría aquí sentado todo el día! Algo se me clavaba en el costado, un inesperado bote de Ketchup marca Heinz que opte por arrojar a la bañera. En ese momento me percate de que la máquina de escribir estaba tirada en medio de la bañera y junto a ella un papel con algo escrito. Pero antes de leer cualquier cosa, tenía la necesidad de una paja mañanera. Me aburría, siempre la misma mano, tan monótona y conocida, además tirar de imaginación y recuerdos se me antojaba totalmente agotador con semejante dolor de cabeza. Cogí el bote de Ketchup para escupir sus últimas gotas sobre mi mano derecha. Una primera sensación de extrema rareza junto a un toque gustoso de frescor estaban haciendo de esta paja algo inolvidable.

Limpiaba mi mano introduciéndola bajo el grifo a la vez que alargaba mi otro brazo para coger el papel depositado junto a la máquina de escribir. Algo mojado, me seco las manos con lo único que llevo puesto, mis húmedos calzoncillos. Pienso en la posibilidad de coger algún tipo de putada venérea debido al Ketchup, pero no, seamos optimistas, así que comienzo por fin comienzo a leer.





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