sábado, 22 de octubre de 2011

FIZ 2011. Parte 2: Frotaba y frotaba.

Todavía concentrados entorno al coche en Arzobispo Apaolaza 28, era el momento de regresar con un buen bocata en mi mano derecha junto a un cubata en la izquierda. Estábamos despiertos, preparados y más que mentalizados. Debate abierto entre la asistencia a James o Chelis, para mi el debate no existía, tenía bien claro que James (grupo cabeza de cartel) no me proporcionaba ningún tipo de emoción por el que asistir a su espectáculo –me compre un par de discos para probar- y llevaba mucho tiempo que andaba buscando la asistencia a una sesión de Chelis, encontrando en esta noche el lugar ideal para ello. Subía las escaleras intuyéndose lo que parecían las últimas notas de la sesión anterior de Pendejo dj, haciendo cumbre en el lugar donde se podía escuchar a todo el mundo en los cortos intervalos de silencio que otorgaba la música decir: “yo nunca, jamás…pero hoy”. Ahí estábamos, cuatro o quizás cinco o seis, abriéndonos hueco y colándonos hacia las primeras filas con un creciente hormigueo que comenzaba a reinar mi cuerpo como preludio al maravilloso caos que tenía que llegar a continuación. Al mismo tiempo, un larguirucho con barba comenzaba a enchufar sus aparatos. No lo podía creer, por primera vez me encontraba ante una situación en la que un dj sacaba a través de sus platos ritmos y sonidos que se correspondían a mis ideas e improvisaciones mentales, incluso en algún momento conseguía sacarme las cosquillas pillándome totalmente en cueros –parece que tenían razón los de la Rockdelux-. Estábamos teniendo momentos de gran esplendor fisicoquímico contagiado por toda la sala, como si de una infección de pepinos españoles se tratase. En algún momento que no recuerdo ni se que pudo pasar –imagino que algún tipo de chinamiento colectivo capad de una bomba de humo que nos alejase del lugar- hizo encontrarme en un bazar chino suplicando a una madre con sus hijas por la compasión de vendernos a esas horas de la noche una trascendental botella de cerveza. Utilicé mis nuevas tácticas de persuasión adquiridas recientemente en un curro como promotor en la universidad, puse en acción todas ellas, desarrollando la escena tal y como esta planificada, punto por punto hasta llegar el momento donde ya no se sabe decir no. Todavía me pregunto el porque, pero resulto totalmente catastrófico, nos encontramos en la calle perdidos y sin cerveza –aunque por lo menos hacia buen tiempo-. Definitivamente parece que resulta mucho más simple y fácil engañar a un estudiante universitario/a que a una familia de chinos. Buscando cerveza -nuestra economía no nos permite pagar los precios de las barras del Fiz-, finalmente desistimos o quizás la solución fue encontrarnos en el coche de Nacho para que nos ayudase a calmar nuestra sed. La verdad es que ahora mismo tengo un poco desestructurada la noche, teniendo recuerdos pero sin saber situarlos correctamente en un espacio-tiempo concreto, con lo que muy posiblemente lo que estoy escribiendo no se corresponda correctamente a la noche. Por ejemplo, se de la existencia de un momento –no se donde situarlo- en el cual me encuentro con un tipo (no recuerdo su nombre, solo se que es amigo de Fran) con una magnifica estética Miedo y Asco en las Vegas que me produjo una envidia y admiración, que tuve que preguntarle inmediatamente de donde había sacado esa estupenda camisa hawaiana en verde pistacho. Creo que ya era la hora, se acercaba el momento de la actuación de pony bravo, perdón que el subconciencia me traiciona, llegaba el momento de la actuación de Triangulo de Amor Bizarro. Un desparrame de punk eléctrico, noise, distorsión o todas las etiquetas que les quieras poner, nos sumergieron en una hora intensa de sudar la camiseta, de corear sus canciones, de algún que otro empujón con el de al lado –para hacer la broma, pero siempre con cariño-, de algún lametazo a la novia, de correr repentinamente a primeras filas. Con un sonido entre Sonic Youth y The Jesus and The Mary Chain, nos tuvieron una hora entregados en cuerpo y mente para dejarnos en pleno éxtasis y en busca de un sitio donde poder un rato descansar y dejar evaporar el sudor de nuestras camisetas. Encontrado el sitio ideal donde dejar tirados nuestros cuerpos durante un rato, el siguiente objetivo era no despistarnos en demasía para no perdernos la actuación “psicotrópica” de Delorean. Entramos tarde, pero sin duda en el momento perfecto. Justo entrar para empezar a sonar la famosa Deli, haciendo desaparecer nuestro cansancio acumulado durante la noche e introduciendo y dirigiendo entre el público nuestras piernas hasta el fondo margen derecha. Alguna que otra broma respecto de lo que estaba sonando, además de estar viendo entre el público chicas que excedían el culmen de lo moderno Indie. Aun no siendo santos de mi devoción, su música resulto ser prefecta para el momento y la droga que nos habíamos tomado, pudiendo sacar un gran partido de todo y todos. No se en que tema comenzó –no me conozco la discografía del grupo- pero nuestros odios comenzaron a correrse, surgía de ellos su calida cera acumulada en su interior derritiéndose por el suelo –amarilla, pudiendo ser chapoteada- a la vez que otros riachuelos de cera ascendían desde nuestros odios hacia lo más alto del auditorio, conformándose sobre mi una imagen de sinuosos ríos de cera derretida –de vez en cuando sentía alguna gota caliente caer- como si estuviese visualizando una variación del salvapantallas de Windows en el que comienzan a surgir tuberías por toda la pantalla. Sentía que las chicas de al lado se separaban de nosotros –carapapas-. Esto llegaba a su cúspide, frotaba y frotaba mi cuerpo, al tiempo que por el rabillo del ojo podía ver en un extremo a Chelis, teniendo ganas de acercarme y darle un besazo en la mejilla por el buen momento que me había echo pasar en su sesión, me parecía demasiada distancia que recorrer así que opte finalizar el momento con un abrazo colectivo pillando a todo aquel que estuviese en mi entorno –conocido o no conocido. En corro, abrazados, nos sentíamos y sentíamos la música por nosotros, parecido a aquellos momentos vividos en el concierto de Primal Scream en el FiB, pero sinceramente sin ningún tipo de comparación, hablamos de distintos niveles. Dejándome en tal estado, acabaron, dando por terminada prácticamente la edición Fiz 2011. El cierre del festival quedaba en manos de Kele Okereke, aunque podría haberme ahorrado perfectamente los veinte minutos de asistencia a su sesión y haber estado en cualquier otro lugar de manera mucho más complaciente y mira que era fácil hacerme cosquillas. Subimos arriba, un abrazo con mi prima, reconciliación con el dueño del bar de al lado de casa, Monty me chupa el dedo y pierde todas sus posesiones, finalizamos la velada con unas cervezas en el Jimi Hendrix.

No hay comentarios:

Publicar un comentario