miércoles, 28 de septiembre de 2011

TIM T. PEARSON. Dont Get Married for six weeks after XTC.

1985: La policía antinarcóticos Americana decreta que la MDMA o éxtasis carece de uso médico -incluyéndola en la Lista I - concluyendo con la prohibición de la sustancia a nivel internacional.

Unos meses después: Se abre un amplio debate en los medios de comunicación tanto por personal especializado como no, sobre la ilegalización del MDMA, su incorporación al mercado negro, así como las consecuencias psicosociales que podría conllevar. Al mismo tiempo, un grupo de índole psicodélica -conocido como New Age- que apoyaba la difusión de la sustancia, se expande a lo largo de los campos universitarios americanos.

1987: Se produce una explosión en las calles con la aparición de grandes partidas de MDMA o éxtasis (con grandes adulteraciones incluso sin la existencia de la sustancia) conformándose las bases de lo que desembocaría en el denominado Segundo verano del amor y la futura cultura Rave.

En la terraza de casa, justo al lado de la lata de bombillas. Howe Gelb –con la banda gitana- suena de fondo. A la espera, las croquetas de bacalao caseras compradas por mi madre en la carnicería de abajo, como petición mía para la ocasión. Son ya más de 40 minutos esperando al tipo este -me previnieron que en la puntualidad no residía su punto fuerte- pero los nervios a realizar mi primera entrevista -además de ser Tim T. Pearson el entrevistado- me hacen preguntarme: ¿porque coño me habré metido en este berenjenal? Ahora podría estar en mi terraza sin ningún tipo de nerviosismo -tirado en la hamaca-. Llaman al móvil, es Tim T. que no se acuerda del portal. Bajo a buscarle.

Tim T. Pearson, apoyado en la pared sobre una pierna -me mira con expresión de no encontrar lo esperado-. Nada más verle uno ya entiende el porqué de todo tipo de habladurías que lo rodean. Parece todavía el exacto personaje que estuvo presente en todas aquellas grabaciones (Scremadelica, Bummed…) como si hubiese salido en este mismo momento del estudio. Camisa hawaiana, pantalón corto –tiene pinta de ser bañador-, chancletas cangrejeras de plástico, eso sí, con un desacorde afeitado inmaculado impregnado de aftershaves. Tras un intento de persuasión para subir a casa, no accede y finalmente acabamos sentados en la terraza del bar del parque –cervezas-. “Yo sé por qué la gente tuvo esa reacción respecto a toda aquella explosión que rodeaba el MDMA, todo era un relato, una metáfora, en la que queríamos creer. Veníamos de años donde el caos se escuchaba en cualquier lugar, se exhibía en las primeras listas musicales, había perdido toda credibilidad. Se palpaba en la calle la necesidad de algo nuevo. Se formo la mezcla perfecta: ambición de cambio, música y las drogas adecuadas”. Me llaman al móvil – joder! le he cortado- mi madre, preguntado mi paradero, que las croquetas se quedan frías. Hago lo irremediable para intentar no cortar el hilo de la conversación, aunque sea ya imposible, el tío parece estar obnubilado con las nubes del cielo mientras hablo. Por fin me deshago de la chapa materna. Trato de llamar la atención de Tim, pero está totalmente abstraído en sus pensamientos, desde fuera resulta algo extraño ver como mueve levemente los labios mientras mira fijamente al cielo dando la sensación de estar recitando algún tipo de plegaria –como cuando llevo a mi abuela en coche al pueblo y la observas en el asiento de al lado rezando sigilosamente un padre nuestro-. Al fin consigo sacarle de su ensimismamiento e intento a marchas forzadas reconducir la entrevista, así que vuelvo a preguntar sobre el punto de partida. “Tú debes pensar: ¡¡como esta este tío!! Pero es que para aprender hay que coger fiestas locas, que son las peligrosas. Yo trasnocho toda la vida. He llegado a estar metido varios días en un cuarto con gente sin conocerla de nada. Sobre aquellos días, tampoco recuerdo demasiado. Recuerdo pasearme por el estudio de lado a lado tocando cualquier instrumento que pillaba, entre lo que parecía más una convención de camellos que un estudio de grabación. Durante el proceso de grabación solíamos adoptar una rutina semanal: de martes a jueves pasábamos todo el día trabajando en el estudio. Cuando llegaba el jueves noche, salíamos directamente del estudio a los pubs de Londres hasta que llegaba el domingo. El lunes lo dejábamos como día de hibernación en la cama. Teníamos una idea mental que concebir, nos parecía exquisita y embriagadora, pero luego estaba la práctica…fueron momentos donde conseguimos grandes destellos de luminosidad. Creo que la dieta mediterránea que nos recomendó Bowie para desayunar pudo servir de ayuda: leche, pimientos del piquillo y cocaína. De lo años siguientes al 1991…no sabría que decir” Hace ocho años que no colabora en la producción de un disco, ermitaño en su bungalow-estudio de Almería, dice estar recopilando la mayor colección de sonidos de la zona. “La música Indie no me interesa, es un total retroceso. Ahora salen pocos grupos que sepan irse realmente por bulerías. No quiero decir que no se hagan cosas buenas, pero resulta complicado encontrar verdad. Es difícil cambiar algo, ahora se juega con cambios en estructuras, producción, sonido; pero lo realmente complicado es cambiar algo durante largo tiempo. Con aquellas grabaciones conseguimos cambiar lo que entendíamos como música de baile, se produjo una beatificación del ritmo”. Esta noche Tim T. Pearson estará pinchando en el Pub El Zorro –recomendable la asistencia-. Intento sacarle alguna pista de las que pueda poner por la noche pero no accede. Antes de despedirnos, le regalo uno de los discos que mas he estado escuchando este año Tomboy de Panda Bear, a ver si se lo escucha esta tarde y me da una buena alegría en el pleno éxtasis de la madrugada.

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