y seguía buscando un trozo de tu pezón por el suelo.
Me encantó cómo hicimos la cama en absoluto silencio,
sin apenas mirarnos.
Fue tan… cruel.
Fue tan… cruel.
Y comenzó a amanecer y entonces te abracé,
pero no pude evitar hacerlo cada vez más fuerte, y no pudiste evitar
mutar tus caricias y hendirme las uñas en la espalda.
Y a pesar de tener todavía los ojos hinchados
fui a buscar la sal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario